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Recomendación a la población de no deshacerse del teléfono de línea dada su importancia a la hora de atender o realizar reclamos ante un apagón eléctrico.

Inauguramos 2023 con un enorme apagón causado por un globito de año nuevo. Posteriormente, contemplamos la salida intempestiva de Atucha por culpa de un incendio de pastizales (Atucha refrigera sus condensadores en el río Paraná, tributario del de La Plata, de donde extrae el agua corriente). Y ahora resulta que Uruguay está en emergencia hídrica, lo que nos remite al conflicto con las pasteras (y al refrán que alude a las barbas de tu vecino [NdlR: “Cuando las barbas del vecino veas pelar, pon las tuyas a remojar”.]).
Inauguramos 2023 con un enorme apagón causado por un globito de año nuevo. Posteriormente, contemplamos la salida intempestiva de Atucha por culpa de un incendio de pastizales
Entonces, estamos considerando emergencias poco probables, pero posibles, las que dentro de nuestro modesto entorno de competencia nos recuerdan lo que ya venimos señalando desde ediciones anteriores: la importancia de disponer al menos de un circuito privilegiado que atienda servicios como, por ejemplo, bombas de agua y al menos un ascensor. Dicho circuito deberá tener acceso simple y seguro a un grupo electrógeno propio, alquilado o comunitario, para casos de interrupción prolongada del suministro.
Nos permitimos recomendar la incorporación de las fuentes de alimentación de los teléfonos a un circuito esencial con el objeto de no quedarnos sin batería ante apagones
Pero ocurre que, antes de estas previsiones, la primera acción instintiva ante un apagón es efectuar el reclamo correspondiente telefónicamente. (Las distribuidoras suelen establecer prioridad automática en función de la concentración geográfica de los reclamos). En consecuencia, nos permitimos recomendar la incorporación de las fuentes de alimentación de los teléfonos a un circuito esencial con el objeto de no quedarnos sin batería ante apagones.
Claro que el grupo electrógeno puede quedarse sin combustible frente a apagones masivos que llegan a limitar el expendio de combustible, y los celulares, a pesar de tener batería, sufren incomunicación por desborde como pudo verificarse en concentraciones masivas de abonados al servicio.
Estas últimas consideraciones nos remiten a la incorporación de fibra óptica al servicio telefónico público en reemplazo de la línea metálica clásica
Estas últimas consideraciones nos remiten a la incorporación de fibra óptica al servicio telefónico público en reemplazo de la línea metálica clásica, lo que rompería con la división, también clásica, de los sistemas telefónicos “de línea” en sistemas 1) de batería local, y 2) de batería central.
El sistema de batería local contenía en el propio aparato de abonado, tanto la alimentación de unos pocos voltios de continua para el micrófono, como un generador de alterna a manivela y algunas decenas de voltios para emitir la llamada saliente.
El sistema de batería central, en cambio, proporciona ambas alimentaciones desde la central misma y sigue siendo el más usado en la telefonía pública automática a través de los clásicos teléfonos “de línea”.
Estas centrales automáticas poseen salas de baterías de enorme capacidad y grupos electrógenos no menos importantes asistidos por reserva de combustible acorde a un mantenimiento muy prolongado del servicio.
Es por todo ello que también consideramos prudente mantener, dentro de lo posible, el teléfono “de línea” para quienes supongan que emergencias como las mencionadas al principio pueden reiterarse. (En las noticias policiales de la TV se reitera la pregunta: “¿Hablás por una línea segura?” refiriéndose a un teléfono “de línea” no capturable por “la nube” ni instantáneamente geolocalizable).
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