Esta nota tiene como único objeto advertir al colega de los riesgos para nada ocultos de atender dispositivos tales como alarmas de cuadra, cámaras, semáforos colgantes, y demás dispositivos de seguridad instalados en, o más bien dicho colgados de, las estructuras que soportan las redes aéreas (nunca mejor aplicado el término ‘redes’) de distribución eléctrica y alumbrado público, especialmente “en provincia”.
Panorámica de la invasión. Nótese el poste fracturado en su cima a causa de la solicitación mecánica extrema causada por el tiro exagerado de una línea invasora
Ocurre que dichas redes de distribución eléctrica y alumbrado público fueron invadidas por otras destinadas a hacer llegar los servicios de televisión por cable y también los de Internet, por mano de diversos prestadores, algunos de cuyos subcontratistas ignoran olímpicamente las reglas del buen arte constructivo, como podría fácilmente comprobarse mediante el sano ejercicio de mirar hacia arriba.
A estas fuerzas invasoras se les han sumado los instaladores de líneas telefónicas, quienes contrariando los escrúpulos de sus antecesores, ahora cuelgan también sus cables y sus cajas donde les viene en gana. A propósito de estos instaladores, vale la pena recordar el origen del motejo ‘hacker’, o sea, hachero (del inglés hack, ‘hacha’) aplicado hoy en día al pirata informático, pero que viene de aquellos tiempos en que acá había que esperar años para tener teléfono mientras que en Estados Unidos te lo instalaban de un día para otro: claro, los instaladores a destajo hacían las mil y una para que el cliente les firmase el conforme como única forma de cobrar por el trabajo realizado, pésima costumbre que con los años se trasladó a nuestro medio, pobre en supervisión y control.
Otro riesgo en este orden de cosas ofrecen las columnas de alumbrado público cuyas puestas a tierra no suelen ser confiables, como tampoco lo suele ser su estabilidad, atacada desde arriba por solicitaciones mecánicas intolerables para estructuras cuyo diseño se limita a soportar solo la luminaria, y atacada desde abajo por la corrosión producto del tiempo transcurrido y/o el empleo de morteros con cal en las fundaciones.
Advertiremos, por último, que la “invasión en provincia” tuvo lugar a partir del momento en que la estatal SEGBA, antes de su desaparición, tuvo la gentileza de cambiar sus postes y sus líneas dejándole servida al primer operador de TV por cable la pertinente infraestructura, luego aprovechada también por quien quiso hacerlo.
Dado el tiempo transcurrido, dichas instalaciones han llegado al final de su vida útil, y por lo tanto han dejado de ser confiables, tanto más cuanto que los agregados antes mencionados han terminado por empeorar dicha situación.
Columna de alumbrado público: puesta a tierra precaria y fundación posiblemente higroscópica, por contener trozos de ladrillo, y corrosiva, por contener cal (izquierda)
Columna de alumbrado pública próxima invadida(derecha)
Columna de alumbrado pública próxima (encendida de día) invadida (izquierda)
Resultado: el poste perdió su rama fracturada. Ataron la línea invasora (menos mal que ahora con tiro reducido) al brazo de la columna, provocando, además, un esfuerzo axial (derecha)