En noviembre del año 1981, un grupo de instrumentistas de la entonces Obra Central Nuclear Embalse consideró que merecían un día de reconocimiento a su especialidad, tal como lo tenían otras disciplinas técnicas.

Quizá fue la relativa juventud de la actividad la que trajo como consecuencia que el oficio perdiera identidad propia. Se sumaba, además, el hecho de que la disciplina incluye a otras como la electrónica, la informática, la electricidad, la neumática, la hidráulica, la mecánica, la relojería, etc. Por supuesto, también el control mismo.

Hacía falta un día que felicite a los instrumentistas, había necesidad de afirmar esa identidad y el siguiente paso fue elegir una fecha y una justificación. Así fue que nació la figura de un héroe ficticio: Evaristo Juan Garlocha, que con una cuota de humor exacerba esa sutil locura que habita en cada Instrumentista que se precie de tal. La fecha elegida fue el 25 de noviembre y la justificación, ¡la conmemoración de la muerte de Evaristo!

Con el correr de los años, hasta el día de hoy sigue siendo el 25 de noviembre un día especial en el que los profesionales de la instrumentación se dicen “Feliz día”. Ocurre que ninguna otra fecha fue promulgada, y en el sector se difundió la divertida moción del grupo de expertos de la Obra Central Nuclear.

Los creativos instrumentistas de entonces idearon no solo la muerte, sino también episodios de la biografía de Garlocha, como su nacimiento en 1535 en Embalse [¡!], o sus descubrimientos del on-ff de temperatura y los principios del control proporcional, integral, total y derivativo.